Ver los cañones que ha construido el río Duero a su paso entre España y Portugal desde cualquiera de las dos orillas es una maravilla, pero hacerlo desde dentro del propio cañón, es... acojonante.
Navegar por Arribes del Duero es algo que en una visita al Parque Natural no se puede dejar de hacer.
Hay varias opciones y varios tramos para navegar, solo hay que buscar la que mas interese a cada cual. Nosotros elegimos hacerlo desde Miranda do Douro en Portugal con el Navio-Escuela de la Estación Biológica Internacional.
Nada mas cruzar la presa sobre el Duero, ya estamos en Portugal y al poco de comenzar a subir hacía Miranda do Douro, vemos a nuestra derecha las indicaciones, para acceder a las instalaciones, donde hay un amplio aparcamiento de coches y de autobuses.
Nosotros llevábamos la reserva hecha desde el hotel, cosa muy recomendable, para asegurarte que no vas hasta allí en vano. Una vez allí solo has de canjear la reserva.
Bajando hacía el río nos encontramos con una "vitrina" en la que había una pareja de nutrias reproductoras y como todas las nutrias muy juguetonas.
Enseguida vimos el barco en el que haríamos el crucero por el Duero, con el techo acristalado, para facilitar la visión desde el interior.
Las salidas del barco suelen ser los sábados y domingos por la mañana a las doce del mediodía y todos los días a las cinco de la tarde, aunque hay que tener en cuenta el cambio horario.
La primera parte del crucero la hacemos en el interior del barco cómodamente sentados y escuchan las explicaciones de la guía en portugués y español, que nos va contando los proyectos de la Estación Biológica Internacional, los trabajos de investigación y conservación, las características ecológicas del barco y sobre todo la importancia de Arribes del Duero y su entorno, todo ello apoyado con pequeños audiovisuales muy amenos.
Nos iba mostrando los hábitat de cigüeña negra, de águila real y explicándonos las historias y leyendas que sobre la zona hay, entre las dos orillas. El caso es que en un pispas, ya había que dar la vuelta (que corto se nos hizo).
En el regreso es el momento en que podemos salir al exterior del barco a las dos plataformas, que hay para ello, una en proa y la otra en popa. Una vez fuera algo que me llamó poderosamente la atención era el absoluto silencio del barco en su navegación.
Aprovechamos para poner en práctica todo lo explicado en el interior y poder ver con los prismáticos, que nos llevamos (algo recomendable) en detalle las aves y las formaciones rocosas.
Aunque ambas orillas son sumamente agrestes y verticales, como nos dijeron y en el caso hipotético de caer al agua es mejor nadar hacia la orilla portuguesa que hacia la española, por ser mas "fácil" salir del agua.
Volvimos a pasar por el conocido pozo de las nutrias, pero no hubo suerte de ver a ninguna. Es un pequeño resguardo del río con una cascada que desemboca en él y que es un lugar apreciado por estos mamíferos del agua.
La grandiosidad del río y su impresionante "fiordo" se pierde en el horizonte y el viaje a través de él va llegando a su fin, con la sensación de haber disfrutado de lo lindo y de habernos quedado con ganas de mas.
De vuelta en tierra, nos obsequiaron con un vinito de Oporto, que nos servíamos nosotros mismos de unos pequeños barriles de madera, habiendo tinto y blanco. Así que probamos de los dos.
Nuestro paso por la Estación Biológica Internacional finalizó con una exhibición con aves rapaces, muy entretenida para los niños, que lo supieron apreciar, pero un poco pobre para los mayores.
Naturaleza en estado puro, es lo que vemos y sentimos en este crucero ambiental. Frontera que la Naturaleza no entiende y que une en vez de separar dos países que cuentan con uno de los parajes naturales mas ricos, con hábitat únicos y con un corte en la tierra que forma el Gran Cañón Europeo.
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