Nuestra última salida antes de las navidades, la esperábamos como agua de mayo, ya que íbamos a volver al Parque natural de Arribes del Duero, pero a una zona que no conocíamos, lo cual nos hacía mas ilusión y además compartiéndolo con compañeros de la Ascociación de Castilla y León Travel Bloggers. Que podía salir mal?
Fue una jornada de lo mas productiva, interesante y divertida.
La verdad es que el madrugón fue mas que importante, pero como decimos por aquí, sarna con gusto no pica y nos pusimos en marcha para librar los cuatrocientos kilómetros que nos separan de pasar un día en Ahígal de los Aceiteros haciendo oleoturismo. Recogimos a Lorena La Ratona viajera en Valladolid y para allá que nos fuimos.
Si quieres antes de seguir adelante puedes ver el vídeo en el que te harás una idea de lo que vimos e hicimos en Ahigal de los Aceiteros, durante todo el día.
LLegamos a la Posada de los Aceiteros, donde habíamos quedado con otros dos compañeros de Castilla y León Travel Bloggers, Pablo y Estefanía del blog Viaje con Pablo, a los que aún no conocíamos en persona, así que fue doblemente satisfactorio.
En la Posada de los Aceiteros nos recibió Manolo, propietario de la casa rural, una persona amable y apasionada de su tierra y después de hacer la inscripción y de dejar las cosas en la habitación nos enseño las dependencias de la casa centenaria, que perteneció al médico y que está restaurada con mucho gusto y cuidado.
Nos pusimos en marcha por una cómoda pista que se fue convirtiendo en camino andando y disfrutando del entorno para llegarnos hasta las Arribes del Águeda que es el río que baña las tierras de Ahigal.
Es curioso como en cada zona las tapias se construyen de distinta manera para separar las tierras del camino.
Y entre tanto olivo nos encontramos con unos madroños y su fruto, así que no pudimos resistir la tentación de hincarlos el diente, sin abusar que las consecuencias son tremendas con el dolor de cabeza y la resaca.
Al final del camino llegó la vista sobre las Arribes que buscábamos, desde aquí salía un sendero que baja hasta la orilla del río, pero eso lo dejamos para mejor ocasión y no por no bajar, si no, por no subir.
Allí aprovechamos para hacernos unas fotos y vídeo y no me digas que no hemos salido guapos y sonrientes, la verdad es que lo estábamos pasando muy mal, se nos nota en la cara.
Nos dispusimos a regresar, ya que habíamos quedado con Manolo, para buscar algún olivo abandonado para poder varear la aceituna, así que cogimos de nuevo la linde y regresamos por donde habíamos venido.
La campaña de la recogida de la aceituna ya había acabado, en eso nuestros compañeros que habían ido quince días antes tuvieron mas suerte que nosotros, así que buscamos un olivo con olivas que nos sirviera para hacer las fotos y los vídeos y nos pusimos manos a la obra.
La primera función es extender la red por debajo del olivo, donde irán cayendo las aceitunas al varearlas.
Primero escuchamos atentamente las indicaciones de Manolo, que nos explicó las distintas formas de hacerlo y de como se habían vuelto a recuperar los olivos, su cultivo y el aceite en el pueblo.
La mas decidida fue Estefanía que agarró la vara y no veas como le daba, pero todos fuimos pasando por la vara y por la vara mecánica, que aunque no hay que darle al árbol con ella, ya que con la vibración es suficiente, pero el peso y el movimiento hacen mella en los brazos.
Es mas divertido y desestresante el modo tradicional y se te quitan todas las "tontás".
Menuda hilera de aceitunas que cogimos entre todos, hay que ver... si es que ya no quedaban nada mas que las que no quería nadie...
Así de cerca parece que había mas, jejeje. Pero estas olivas ya no valen para hacer aceite.
Pues así, sin darnos cuenta ya habíamos pasado la mañana disfrutando de las Arribes del Águeda y vareando el olivo, para hacer hambre, así que regresamos a la Posada de los Aceiteros para disfrutar de su cocina, que nuestros compañeros ya nos habían dicho que era muy buena.
A mi cuando me ponen la comida delante se me olvida hacer las fotos, pero en esta ocasión al ver a mis compañeros pues hice a mi menú, con un segundo plato principal que llama la atención, pero el primero y el postre en las esquinas, estaban buenísimos.
La carta que tienen es tan apetitosa que te surgen dudas de que pedir. Desde luego un buen producto, bien cocinado y una presentación excelente, en un comedor de lo mas acogedor y cálido.
A los postres se nos unió Loli, de la almazara de Aceiteros del Águeda, que nos llevaría a ver donde se elabora ese aceite de tan buena calidad del que tanto habíamos oído hablar.
Lástima que también fue el momento de la despedida de Estefanía y Pablo, que se tenían que volver a Salamanca. Fue una mañana tan agradable junto a ellos.
Pues Lorena y nosotros nos fuimos con Loli, hasta las afueras de Ahigal de los Aceiteros donde tiene su almazara y que poniéndote en contacto con ella a través de su web, donde tienes su mail y su teléfono, puedes gestionar visitas y catas de aceite, además de comprar sus productos.
Descubrimos que Loli es una persona con las ideas muy claras y su forma tranquila y pausada de hablar, nos muestra su filosofía de vida y el amor que tiene a su tierra y a su trabajo.
Y aunque la almazara ya no estaba operativa, al haber terminado la campaña de la aceituna, nos la enseñó bien limpita y recogidita y nos explicó todo el proceso desde que llega el producto recogido en el campo se selecciona y se echa por la tolva para elaborar el aceite de oliva virgen extra bajo la marca de Arribera y el aceite de oliva virgen extra ecológico bajo la marca Abade.
La Ratona viajera aprovechaba bien el tiempo en hacer fotos.
Después de ver las dependencias de la almazara y conocer todo el proceso, llega el momento de la cata (yo había catado vino, pero aceite... nunca). Es importante calentar el baso con las manos antes de llevarlo a nariz y a boca, joder que bueno está.
Dos tipos de etiqueta, dependiendo al mercado al que vaya dirigido.
Después de despedirnos de Loli, nos acercamos por una pista hasta el cercano pueblo de San Felices de los Gallegos, donde ya llegamos mas de noche que de día, no porque fuese muy tarde, si no porque anochece muy pronto.
San Felices de los Gallegos está declarada Conjunto Histórico Artístico desde 1965 y cuenta con un castillo, al que nos acercamos para ver si podíamos entrar y vaya... ese día tenían cerrado, que casualidad.
Así que nos dedicamos a callejear, que es algo que a nosotros nos gusta mucho, para conocer sus calles y sus construcciones.
La Torre de las Campanas nos da paso a la iglesia de de Nuestra Señora entre dos Álamos, junto a la plaza de España.
En la plaza tenían un árbol de Navidad iluminado y en nuestro deambular por las mas bien oscuras calles nos encontramos con el Convento de la Pasión, un convento de clausura de las madres Agustinas, con una campanario muy llamativo, pero que no pude fotografiar por falta de luz, cachis.
Pueblo con mucha historia a sus espaldas que a lo largo de los siglos ha sido tanto portugués como español, al ser una villa fronteriza.
Nuestro regreso a Ahigal de los Aceiteros fue para visitar una vieja almazara del siglo XVIII que alberga un Museo del Aceite privado, pero que a través de Manolo y la Posada de los Aceiteros puedes visitar.
Fuimos a verlo junto con otros huéspedes de la Posada, en una fría noche de diciembre, como había bajado la temperatura al meterse el sol.
Lo único que no era antiguo en el Museo eran las piedras del molino, pero que hacían su función de mostrar donde se ubicaban las originales, que habían tenido otras funciones al quedar en desuso la almazara.
Sin duda es un lugar de obligada visita al ir a Ahigal de los Aceiteros, para conocer de primera mano como se trabajaba la aceituna y se elaboraba el aceite desde hace tantos años, en un pueblo que lleva un apellido de lo mas aparente.
Y allí también está el pozo de agua que se saca con el cigüeñal para uso en la almazara y que en el vídeo habrás visto como se utiliza.
En eso que se nos puso la hora de la cena y al igual que en la mañana los platos eran exquisitos dignos de uno de esos restaurantes que te cobran un potosí de no se cuantos tenedores, pero que ya te digo yo que en alguno de ellos se come peor y por supuesto mas caro.
A la hora de dormir, pillamos la cama con unas ganas, el día había sido largo (nos habíamos levantado a las 4,30 h. y nos habíamos metido al cuerpo 400 km.) y muy intenso, así que necesitábamos eso que se llama un sueño reparador, para coger el día siguiente con ganas y fuerza, que con el desayuno que nos prepararon tuvimos vitaminas para toda la semana.
El domingo nos esperaba Freixo de Espada à Cinta (Portugal) y los miradores sobre el Duero en Aldeadávila de la Ribera (Salamanca), pero esa es otra historia.
Conocer a Manolo y a Loli, a través de la Asociación de Castilla y León Travel Bloggers, ha sido todo un placer y ver de primera mano como se pueden hacer cosas importantes con sencillez y amor a su tierra y a su trabajo, en un pueblo con 130 habitantes, donde ofrecen productos y servicios de primera calidad.
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