Cascada de Yeguamea y su entorno

Mucho tiempo hacía que andaba yo detrás de la cascada de Yeguamea y su entorno, ya que la única vez que había ido por esa zona estaba completamente seca, así que este era el año en ir a verla, teniendo en cuenta la cantidad de agua y nieve que ha caído.

Aunque el día estaba gris y posiblemente nos llovería, tomamos la carretera que nos lleva hasta la localidad de Fuenteodra (Burgos), término municipal en el que se encuentra la cascada.

Cien metros antes de llegar al pueblo, ya se ve a lo lejos el chorretón de agua que sale de la roca.

Aparcamos en el pueblo y nos dispusimos a ir andando y con intención de hacer un recorrido por el entorno y visitar otros saltos de agua, menos conocidos, pero no menos vistosos.

Un kilómetro y medio nos separa del agujero que escupe el agua como si fuera una yegua meando, de ahí su nombre y junto a él un par de chorros mas, uno a cada lado, conocidos como los potrillos.

El camino y luego sendero no tienen pérdida, yendo a pasar por detrás de la cascada, con la consiguiente ducha.

Siguiendo la senda pegados a la pared caliza, y tras trepar un pequeño desnivel, enseguida damos con el manantial de Manapites, una surgencia en ebullición...

...que levanta las piedras (pites) y es uno de los rincones mas llamativos de todo el recorrido. Lástima que en la foto no se aprecie bien como manan las piedras.

Siguiendo el recorrido llegamos a un salto de agua, que cae al pozo de los Aceites, conocido por este nombre dado el color del fondo del agua.

Volvemos a la parte de arriba para continuar con nuestro recorrido, que enseguida nos lleva hasta otro salto de agua...

...que viene a caer al pozo del Corral.

A partir de aquí se va abriendo el paisaje y se puede continuar mas adelante, bien siguiendo el camino que viene desde el pueblo por la zona del depósito de agua y por donde se puede volver también desde este lugar, o bien adentrarse en un pequeño vallejo escondido entre piedras.

Nosotros tomamos la opción de volver por donde habíamos venido, pero sin destrepar lo anterior, por lo que pasamos por encima de la Yeguamea.

Volviendo al pueblo nos encontramos con un rebaño de ovejas, que con la iglesia del Fuenteodra y Peña Amaya al fondo, se me antojó una imagen bucólica, cosa que no le hizo mucha gracia al dueño del rebaño, el cual me increpó por hacer la foto a las ovejas sin pedirle permiso (se ve que tienen derecho de imagen).

Ahora como digo siempre, sube el volumen de los altavoces y siente el sonido del agua y del viento como si estuvieses acompañándonos en nuestro recorrido.