Cañón del río Mataviejas

El tiempo no daba muy bueno, pero había que salir de casa, así que con niebla durante todo el trayecto nos acercamos hasta el pequeño pueblo de Ura (Burgos) donde el río Mataviejas ha labrado entre las rocas un bonito cañón entre Ura y Castroceniza.

Llegamos a la entrada del pueblo donde tras pasar un puente sobre el río, entras en una era habilitada para el aparcamiento de coches, al pie de unas cuantas bodegas.

Así que pensando en la niebla que aún quedaba y en lo poco que íbamos a ver, nos dispusimos a atravesar el pueblo para comenzar nuestro recorrido.

Las puertas son una de mis predilecciones, así que en cuanto vi este par de dos, las retraté, además una parte de la casa es de adobe y la otra de ladrillo. Cosa curiosa.

Alguna casa restaurada de forma característica en la zona, como veremos en Castroceniza y como se puede ver en la vecina y conocida Covarrubias.

Y en algunas ventanas en lugar de tener jaulas para los pájaros, tiene casetas para la cría y en total libertad.

Ura se atraviesa en un par de minutos y se enfila por un sendero paralelo al río Mataviejas, pero a media altura. La niebla seguía de fondo.

Volvimos la vista atrás para darle la despedida a Ura, en la distancia.

Y enseguida descendimos a ras del río. A pesar de estar crecidito, es un pequeño río, el Mataviejas, pero cuando se desborda prepara buenos "estropicios" como pasó hace unos años en una granja de la localidad de Tordueles.

El entorno es precioso. El río, las sabinas, las rocas, los buitres, la niebla... crean un entorno bucólico.

Los desnudos de los árboles muestran sus cuerpos llenos de ramas.

En las rocas destaca el color marrón rojizo y sus formas características de las rocas calizas donde los ríos realizan su trabajo de erosión para formar estos llamativos cañones y apreciados para el senderismo.

El sendero que comunica Ura con Castroceniza, en su día se debió de utilizar para el trasiego de ganado y especies bien andando o en caballerías, ya que en algunos lugares estaba hecho a base de piedras.

El día empezaba a levantar  y ya intuíamos el final del cañón del Mataviejas. Se iba abriendo y ya se divisaba la iglesia de Castroceniza.

Las ramas enmarañadas se recortaban contra el cielo.

Y bajo el sol llegamos al final del recorrido. Para entrar en Castroceniza, lo hicimos por una calle con varios habitáculo, que tenían pinta de haber sido en otro tiempo corrales o pajares.

La iglesia se levantaba majestuosa en la parte alta del pueblo...

...y desde ella se veían los restos de un incendio que hubo en varias casas y el humo de una chimenea de las pocas casas habitadas que hay en el lugar.

Esta casa la están terminando, del estilo que como hemos visto en una foto anterior en Ura.

Este magnifico felino (hacia tiempo que no veía un gato tan bonito) se empeñó en seguirnos y ponerse cariñoso con nosotros; al final tuvimos que hablar con él para que se quedare en el pueblo, pero... tentados estuvimos de llevárnoslo a casa.

Para no volver por el mismo sitio decidimos subir a la parte alta del cañón, pero los caminos van alejados del cortado y hay que atravesar alguna finca para llegarse hasta ellos, por lo que como no teníamos ganas de llenarnos de barro seguimos por el camino.

Aquí intenté sacar una foto con el reflejo del sol a través del árbol, el efecto de la estrella que salió me gusta, pero esos circulitos no supe evitarlos, si es que se puede evitar.

Encontramos un barranco por el que un sinuoso sendero nos dejó descender muy agradablemente hasta dar...

... de nuevo encima de Ura, con lo que habíamos cerrado el círculo y habíamos pasado la mañana.

Este recorrido es muy recomendable para hacer tranquilamente e incluso en plan familiar. No tiene ninguna dificultad y es muy agradecido.

En la próxima entrada contare las aventuras que tuvimos con los buitres en este cañón, jajajaja.