Estando en Arribes de Duero otra de las visitas obligadas es la localidad de Miranda do Douro, municipio que se encuentra dentro del Parque Natural do Douro Internacional, contando con dos partes muy diferenciadas, la parte nueva y la parte histórica.
En la parte nueva se encuentran la mayoría de las tiendas de ropa de hogar que en otros tiempos estaba muy bien de precios y que ahora no lo está tanto, pero su ropa sigue siendo estupenda.
Lo que nosotros si que hicimos en la parte nueva fue comer, concretamente en el restaurante Jordao, donde nos atendieron muy bien y comimos una carne y un bacalo estupendo en cantidad y a un precio razonable.
Después atravesamos las murallas para irnos a la parte antigua y pasear por sus calles estrechas, camino de su plaza y de su antigua catedral dignas de ser visitadas.
En nuestro paseo, nos llamó la atención como se afanaba una avispa en revolotear en torno a un bote de rica miel.
Una larga calle nos dejó en la plaza Joao III que digamos es la plaza Mayor de Miranda y la mas céntrica del casco histórico.
En ella se encuentra el Ayuntamiento y el Museo de Tierra de Miranda.
En el centro de la plaza se encuentran un par de esculturas talladas en bronce, con un buen trabajo en los detalles, sobre todo en el capuchón y la toquilla del hombre y que representa a una pareja de mirandeses con su traje regional y es un Monumento a los Mirandeses.
Desde la plaza de Joao III enseguida se llega a ver la fachada principal de la catedral, con sus dos torres campanario distintas entre si.
Dejó de ser catedral en 1780 al ser trasladada la diócesis a Bragança, aunque popularmente se la sigue conociendo como la catedral de Miranda y en la actualidad es Monumento Nacional.
Desde luego hay que entrar dentro ya que es el mayor monumento con que cuenta la ciudad y en su interior podemos ver varios retablos y tallas, aunque el que destaca es el dedicado a San Bento en el altar mayor.
Merecen mención también el órgano y la sillería del coro.
Según se mira al altar Mayor en la capilla que se encuentra a tu derecha se encuentra una pequeña vitrina que contiene en su interior al Niño Jesús del Sombrero de Copa acompañado de todo su ajuar.
Cuenta la leyenda de que el niño se apareció a las tropas portuguesas, cuando peleaban con las tropas españolas, para infundir ánimos a las primeras, que al final vencieron.
Entonces tallaron en madera policromada la imagen del Niño, ataviandole con el sombrero de copa y que se ha convertido en un símbolo de la ciudad.
Los restos del palacio episcopal se encuentran en la parte trasera de la catedral conservándose solamente los arcos, que hace imaginar que allí hubo un claustro.
Regresamos junto a la Oficina de Turismo donde habíamos dejado el coche para dirigirnos a Aldeia Nova y acercarnos hasta el Castro de Sao Joao Das Arribas, desde donde hay unas vistas del río Duero mas que impresionantes y totalmente salvaje.
Una pequeña ermita se encuentra en el lugar y aunque el acceso hasta allí, es por un camino de tierra, no en muy buen estado para vehículos, hay un buen aparcamiento.
Posiblemente este es el lugar desde donde mas impone el río y su enorme cañón, ya que al no haber miradores construidos al acercarse al borde puede producir vértigo y entraña un cierto peligro, especialmente si estan las piedras mojadas, por lo que se se va con niños hay que extremar las precauciones.
De nuevo regresamos a Miranda do Douro para tomar la dirección hacía Picote. lo ideal es dejar el coche a la entrada del pueblo y atravesarlo andando disfrutando de sus calles muy cuidadas y construcciones de piedra, como ya se nos echaba la noche decidimos cruzar el pueblo con el vehículo hasta el final donde nos encontramos con la sede de Frauga, Asociaçao para o Desenvolvimento Integrado de Picote, donde una chica (siento mucho no recordar su nombre) nos atendió con una amabilidad y simpatía exquisita y donde compramos una miel de primera.
Visitar la web de Frauga porque tienen un proyecto para Picote y su entorno muy bonito e interesante. Podéis hacerlo pinchando aquí.
Andando nos acercamos hasta el mirador, un balcón preparado con maderas, que tenía un panel informativo. La soledad en este lugar fue nuestra compañera, lo que agradecimos y volvimos a disfrutar del silencio de Arribes del Duero, pero en su vertiente portuguesa.
Tuve que bajar mucho la velocidad de la cámara de fotos para poder ver en la fotografía el recodo que hace el Duero debajo del mirador, mostrando unas aguas tranquilas acorde con el lugar.
Desde allí nos fuimos buscando el paso de Bemposta, para volver a España a la altura de la localidad zamorana de Fermoselle y de esta forma cerrar el circulo que habíamos empezado en la comarca de Sayago.
Estupenda entrada y espléndidas fotografías.Ya lo conozco y es muy recomendable,casi visita obligada.Gracias por compartirlo.Un saludo desde Asturias
ResponderEliminarMuchas gracias por tus palabras Grupo Caminamos.
ResponderEliminarUn saludo