A La Mancha manchega que hay mucho vino, mucho pan mucho aceite mucho tocino. Y si vas a La Mancha no te alborotes porque vas a la tierra de Don Quijote...
Éste es el estribillo de la Seguidilla manchega y que describe muy bien a toda la región de La Mancha en la que he estado unos días disfrutando de su gente, de su vino y de gastronomía con una serie de experiencias que tu también puedes vivir.
Pasar un fin de semana en la Ruta del Vino de La Mancha por Tomelloso y su entorno es una experiencia que vale la pena vivir en primera persona y para ello la empresa SelfieTour se encarga de todo para que tu solo te dediques a disfrutar del tiempo y de las actividades, así que te voy a contar como lo hicimos.
Nos recogió Chicho en Madrid con su propio transporte en el Paseo del Prado, junto a Cibeles y a lo largo del viaje hacia Tomelloso en la provincia de Ciudad Real, nos iba poniendo en antecedentes de lo que haríamos y visitaríamos a lo largo del fin de semana.
Eso de que te lleven y te traigan es un acierto; no tienes que preocuparte de conducir hasta el corazón del vino y lo peor... la vuelta.
Una vez en Tomelloso que se llega en apenas dos horas desde Madrid fuimos a la oficina de la empresa para recabar más información.
Una agencia de viajes ambientada con vino y con toda la oferta de enoturismo de la zona.
Dispuestos para ir al campo fuimos hasta las viñas que SelfieTour cuenta en en el término municipal de la vecina Campo de Criptana, pero lo primero que nos encontramos fue un melonar. Sorpresas que te da la vida.
En la viña ya nos tenían preparada la bienvenida con un poco de picoteo y buen vino...
...pero lo principal es que íbamos a vendimiar. Nos asustamos un poco por aquello del refrán de que se pasa más putas que en vendimias y sí que es verdad de que la vendimia es un trabajo muy duro, pero nosotros lo llevamos bien y a nuestro ritmo, con el sombrero y las tijeras que nos facilitaron.
Así que escuchadas las explicaciones de Chicho de como había que cortar los racimos con la tijera (mucho más fácil que con el corquete que se utilizaba antaño cuando yo era joven), nos distribuimos por hileras ya que estas vides están dispuestas en espaldera...
...y fuimos llenando la espuerta. Había que coger uva suficiente entre todos, por que por la tarde era la uva que íbamos a pisar y sacar el primer mosto.
Llenadas las espuertas la recompensa fue de lo mejor, unas migas manchegas que no se las saltaba nadie de buenas que estaban. Además en el campo y con un buen trago de vino en la bota todo sienta mejor.
Nunca había probado migas con uvas y puedo decir que es un majar de dioses.
Desde luego se ve en la cara lo mal que lo estamos pasando. Ésto es un "sinvivir".
Tuve la suerte de tener por compañeras a varias blogueras con las que hicimos un buen equipo y el ambiente fue estupendo, así que Paula tuvo muy buen ojo al formar grupo.
Paloma de Un blog de Palo, Paula de Tierra sin límites, Alicia, de Los viajes de Ali, Cristina de Los viajes de Wircky y Diego de dondetemetes.net
Bodegón ideal en pleno campo con el melón del melonar en primer término y un crianza de tempranillo y mi querida bota Genoveva, el que no coma que beba.
De regreso a Tomelloso vimos un típico bombo tomellosero que estaba cerrado como no podía ser de otra manera, lugar dónde se alojaban los labradores y los pastores con los animales. Luego veremos uno por dentro.
En la actualidad y teniendo las viñas en espaldera la vendimia se lleva a cabo con máquinas de vendimiar lo que agiliza mucho el trabajo. La verdad es que yo nunca había visto una máquina de éstas y el funcionamiento es sencillo y curioso.
La máquina va "abrazando" las viñas y con las varas que se ven en la foto inferior va vareando las ramas, cayendo las uvas en las escamas de abajo y un soplador va expulsando las hojas que haya caído, pasando los granos a un deposito que lleva incorporado.
La visita al Museo del Carro y Apero de Labranza se hace imprescindible para conocer y entender como se trabajaba en la comarca.
Este museo etnográfico lleva abierto desde el año 1999 y en él encontramos todo tipo de utensilios y herramientas con las que se trabajaba en el campo y se mantenía el vino en las bodegas.
Curioso carro para transportar el vino.
El interior de una bodega clásica también está representada en el museo.
Y ahora si, vamos a entrar en un bombo tomellosero y saber que es.
Al ser ésta una construcción característica de Tomelloso y los bombos que hay por el campo habitualmente están cerrados en el Museo del Carro hay construido uno por Pablo Moreno, de mayores dimensiones y al que se puede entrar.
El bombo no es otra cosa que una construcción de forma circular que se levantaba en el campo como refugio para los labradores que debían de estar alguna temporada desarrollando tareas de limpieza, poda y demás en las viñas e ir y volver a casa les llevaba mucho tiempo al ser las distancias largas.
En el interior hay poyos para el descanso, pesebres para el ganado, chimenea y por supuesto tinas de barro para el vino.
La puerta de del bombo que se encuentra en el museo está hecha con un trillo y la llave es enorme. Seguro que además de pesar mucho, te rompe el bolsillo del pantalón.
Siguiendo con la Ruta del Vino, nuestra siguiente visita fue a la Cooperativa Vinícola de Tomelloso, dónde nos recibió Carmen y nos enseñó la Cooperativa y probamos algunos de sus vinos.
La Cooperativa surge en el año 1986 por la necesidad de 28 familias que elaboraban el vino en sus propias bodegas de unirse para comercializa mejor sus vinos.
Es una de las bodegas pioneras de la elaboración de vinos espumosos en Castilla La Mancha y conjuga tradición y modernidad obteniendo un vino de calidad.
Estando en la bodega vimos llegar varios tractores con el remolque lleno de uva para descargar los racimos en la tolba.
Probamos el primer mosto antes de la fermentación que estaba rico rico, muy dulce y pasamos a la sala de barricas donde descansan y envejecen los vinos.
Aquí tomamos dos de los vinos que son buques insignia de la bodega, como son el vino blanco Añil y el vino tinto Torre de Gazate, dos buenos caldos que nos dejaron listos para ir a comer.
La comida la hicimos en el restaurante Plinio, dónde además de comer algunos platos típicos y que estaban deliciosos, nos trataron con mucha amabilidad, lo cual se agradece mucho.
La sobremesa fue en el hotel Ramomar de Tomelloso, ya que fuimos a hacer el registro y nos dejaron descansar un par de horas, que nos vino como anillo al dedo después de comer y de tomar más de un vino.
Además había que coger fuerzas para el resto del día.
Chicho nos recogió con la furgoneta en el hotel y nos fuimos para las Bodegas Perales, una bodega que en la actualidad está en desuso al haberse ido a la Cooperativa Vinícola de Tomelloso pero sirve para que conozcamos como son las Cuevas y bodegas del subsuelo de la localidad.
Entramos por el portón hacia un enorme patio central desde dónde se accede a la cueva.
Está oscura, ¿te atreves a bajar?
Nosotros lo dejamos para más tarde y nos dedicamos a visitar el resto de dependencias, donde vemos enormes tinajas de barro...
...algunos utensilios , como ésta presa horizontal que me llamó poderosamente la atención, ya que nunca había visto una en esta posición, siempre las había visto verticales.
Y... bajamos a la cueva.
La cueva es grande sobre todo en altura y en anchura, el máximo para no tener que hacer columnas, así que era una obra de ingeniería muy bien calculada, teniendo en cuenta que por encima está el pueblo.
La altura como puede verse es considerable.
¿Os acordáis de las uvas que habíamos vendimiado por la mañana? pues ya están aquí.
Con otra furgoneta los amigos de SelfieTour habían traído las uvas a la bodega Perales para llevar a efecto el pisado de la uva.
Echamos un buen rato divertidísimo donde las risas y el pisado se fundieron en uno para sacar el primer mosto que nos beberíamos, bueno... todo no.
Se quedan los pies de lo más suave y olorosos. Creo que sería un buen plan para hacerlo como terapia para los pies. Se ejercitan y se aromatizan.
Después del pisado se cuela en un barreño y se puede beber el primer mosto sacado, pero claro solo un vaso o dos.
Lo que no se bebe en el momento se deposita en una tinaja de barro dónde comenzará el proceso de fermentación y para diciembre en este caso se podrá volver a beber convertido en vino.
Tomelloso es una ciudad relativamente joven ya que la población comenzó a asentarse en la primera mitad del siglo XVI, aunque ya hay pruebas de presencia humana anteriores.
En la plaza de España encontramos la Posada de los Portales, una típica venta manchega que data de la segunda mitad del siglo XVIII.
En la actualidad alberga la Oficina de Turismo y una sala de exposiciones.
Al caer la tarde vamos a ver el trasiego de tractores y camiones en la Cooperativa Virgen de las Viñas.
Esta cooperativa tiene a gala el ser la bodega más grande del mundo, con 3.000 socios cooperativistas y unas instalaciones que quitan el sentido.
Cuando andas por su calles y ves el movimiento y la forma de trabajar da la sensación de que estás en una ciudad futurista, dónde los rascacielos son de acero inoxidable y las distancias son interminables.
Las licoreras en Tomelloso han sido parte importante en la elaboración de alcohol derivado del vino y de aquella época quedan una cuantas chimeneas de una extraordinaria altura.
La que vemos en la foto inferior tiene la singularidad de estar "retorcida" como los regalices de palo.
Antes de retirarnos a dormir nos faltaba por visitar la Bodega Casa Quemada, una bodega pequeña de carácter familiar donde cenaríamos de manera informal, pero en un ambiente que te hacen sentir como en casa.
Nos recibieron en su casa con una cercanía y cariño inusual y los hermanos Sergio y Ernesto nos enseñaron las instalaciones.
Claro después de ver la Cooperativa Virgen de las Viñas, la Bodega Casa Quemada nos parecía de juguete, pero la pasión que ponen en su trabajo enseguida nos enganchó, el cuidado que tienen en la vendimia, haciéndolo a las 6 de la mañana para recolectar las uvas frescas y hacer el vino solo con su cosecha, consiguen una producción corta de botellas pero enorme en su calidad.
En la foto inferior puedes ver una gavilla de sarmientos dentro de un deposito de vino que hace de filtro.
En el interior nos estaban preparando una mesa dónde cenar y probar los vinos que elaboran maridando con la comida.
El único vino blanco que elaboran bajo en nombre de Brincho es una delicia y eso que yo no soy de blanco pero el tinto Anea, podrías estar bebiéndolo todo el tiempo. Se nota la apuesta certera por la calidad en lugar de cantidad.
La cena y la sobremesa se alargó hasta la una de la madrugada de forma amigable y agradable, de la que salimos con un máster en vinos de La Mancha.
Después de un reparador descanso, nos recogieron a las 10 de la mañana del día siguiente para comenzar con un buen desayuno en la Casita del Jamón, muy cerca del hotel dónde nos alojamos.
Zumo de naranja recién exprimido, tostadas con aceite y tomate y un buen plato de jamón, como no podía ser de otra manera llamándose el lugar la Casita del Jamón.
La jornada del domingo se iba a desarrollar en el Toboso y en Campo de Criptana, pero antes de salir de Tomelloso nos fuimos a ver otra de las enormes chimeneas para verlas de día.
Están construidas con ladrillo cara vista y lo curioso de su construcción es que se levantaban desde dentro en lugar de montar un andamiaje por fuera que hubiera sido lo normal.
En El Toboso, nos esperaba Juan Bautista guía oficial de la localidad y que puedes localizar en Cultura Itínere.
La visita guiada por la localidad fue de lo más amena, ya que bajo la fórmula de un juego íbamos siguiendo las pistas que nos daban las inscripciones del Quijote en algunas esquinas para ir evolucionando por El Toboso.
Las pistas a seguir las encontramos en las esquinas de algunas calles y con la ayuda de Juan Bautista las fuimos siguiendo.
Así llegamos hasta el Convento de las Monjas Trinitarias dónde además hay una hospedería.
Junto a la Plaza de la Constitución el guía nos enseñó unas monedas ya un tanto desgastadas con el paso del tiempo y que todos quisimos fotografiar.
Pero lo más significativo fue que en la misma plaza y con la mano en el corazón nos nombró a todos y cada uno de los allí presentes Caballero Hijodalgo, así que con este título nobiliario pero que solo nos duraría 48 horas, estábamos todos dispuestos a defender las injusticias y demás menesteres que se pusieran en nuestro camino.
Pero había que seguir las pistas por casas solariegas y Caminos de Santiago...
...hasta que llegamos a la Plaza de Juan Carlos I y allí nos encontramos a Don Quijote de La Mancha rodilla en tierra frente a Dulcinea del Toboso.
En la misma plaza también se encuentra la iglesia de San Antonio Abad y algún coche al que le gusta salir en las fotos.
Allí mismo y con Don Quijote y Dulcinea de testigos tuvimos acceso a la carta de amor que escribió el Caballero de la Triste Figura a su amada.
Y seguimos con las pistas para dar con la casa de Dulcinea, pero ya nos íbamos acercando.
Pues llegamos al Museo Casa Dulcinea del Toboso albergado en una casa que perteneció a la familia Martinez Zarco de Morales, una de las familias más ilustres del Toboso.
En la época de Cervantes esta casa estaba habitada por don Esteban y doña Ana que era hermana del anterior y que fue quien inspiró a Miguel de Cervantes para crear el personaje de Dulcinea.
En el interior de la casa se pueden visitar varias dependencias como la cocina, la despensa, el palomar...
...el patio donde podemos ver una prensa enorme de una sola pieza, así que imagínate como era el árbol de alto y grueso.
Y en un habitáculo contiguo una piedra de moler.
Entramos en la parte de la vivienda y allí podemos ver algunos arcones de con apertura secreta y un trabajo de labrar la madera de lo más trabajoso.
También un vater de la época con tapa y mullidito, con el barreño debajo y la puerta para poder sacarlo para vaciar.
La habitación de don Esteban con mesa de escritorio.
Y la habitación de doña Ana, contigua a la habitación de su hermano y de esta forma poder "controlarla" contiene también los útiles con los que pasaba el tiempo, como la lectura, y los bolillos.
Una vez fuera de la casa de Dulcinea nos adentramos por el callejón sin salida, pero que si la tiene, con acceso a...
...la plaza de Federico Garcia Sanchiz, dónde encontramos el Convento de Mojas Franciscanas Clarisas...
...y la estatua del dueño de la plaza.
Y llega el momento de irnos de El Toboso a Campo de Criptana, así que nos vamos despidiendo de un pueblo que me ha sorprendido gratamente y que seguro que volveré.
Llegamos a la colina de los Molinos de Viento o acaso ¿son gigantes?. El cielo parecía que estaba dispuesto a mojarnos, así que hicimos unas fotos rápidamente y nos fuimos a comer.
La comida la hicimos junto a los molinos de viento en un lugar de lo más pintoresco y chulo llamado Cueva La Martina, desde dónde hay un mirador sobre toda la localidad de Campo de Criptana.
El comedor está distribuido por una serie de cuevas a modo de reservados muy bonitos y discretos...
...además comimos de lujo una serie de platos típicos de la zona a cual más rico.
Salimos de comer y parece que el cielo estaba dispuesto a darnos una tregua, así que volvimos a hacer unas fotos, ahora con el cielo más despejado y azul.
Llegaba el momento de despedirnos de la Ruta del Vino de La Mancha por Tomelloso y su entorno y regresar a Madrid, nuestro punto de partida y de regreso. Lo mismo que nos llevaron para La Mancha, nos volvieron a llevar a Madrid, algo muy importante a tener en cuenta al no tener que conducir y más en tierra de vino, de buen vino.
Como has podido ver el fin de semana ha sido de lo más productivo, lleno de experiencias, algunas solo posible en tiempo de vendimia, pero el resto se pueden llevar a cabo a lo largo del año, además en SelfieTour te diseñan el viaje a tu medida. Tenlo en cuenta.
He vivido con vosotros este viaje y tan bien esta descrito que lo anoto en mi agenda de asuntos pendientes. Una vez mas preciosas fotos. Felicitaciones
ResponderEliminarMuchas gracias por tu comentario, fue un viaje de fin de semana que nos cundió mucho, además tuvimos oportunidad de descubrir algunos lugares que no conocíamos, así que estupendamente.
ResponderEliminarSaludos